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miércoles, 23 de julio de 2014

Una manada de lobos: Hermanos en la Batalla

El ambiente parecía tranquilo dentro del land raider mientras nos llevaba a la batalla. Pronto entraríamos en combate de nuevo con la Legión Negra. Había que reconquistar el bastión en el sector T014 ya que desde ahí el enemigo tendría un lugar privilegiado para centrarse en el asalto a la ciudad colmena de Ursus y había que evitarlo a toda costa. Además, los Ultramarines andaban cerca y los Lobos tenemos una reputación que mantener. Me acompañaba la manada de cazadores Druidpeek, algunos aún mantenían cabellos rojizos, recuerdo de un pasado reciente cómo garras sangrientas, pero tras una larga campaña en Ispaal todos habían pasado a las filas de los cazadores grises.

Bipbip - Comunicación entrante

-“Aquí manada Svarthale, objetivo RE-004 asegurado. Procedemos a desactivar los detonadores de las cargas de demolición – Svarthale, cambio”.


 -“Recibido, Svarthale. Rutger, tened cuidado ahí fuera, el enemigo ha avanzado hacia nosotros y dejado la retaguardia desprotegida, pero los traidores son impredecibles y sobre todo ¡No nos hagáis saltar por los aires todavía! – Escudofirme, cierro”.

Podía confiar en Rutger Svarthale, aún no lo había ascendido a su guardia personal, no porque no lo mereciera, sino porque la unidad combatía excelentemente bajo su mando y no quería romper esa hermandad. Llegado el momento contaría con él sin dudarlo.
De repente la luz interior del “Puño de Fenris” se tornó roja, y la voz sintetizada del espíritu máquina nos avisó de la inminencia del choque con el enemigo

- "Objetivos a la 1:00. Tanque ligero, infanteria y bestias indeterminadas". Bajé la pantalla hololítica y comprobé de primera mano las fuerzas que nos oponían; maldición, un gigantesco juggernaut montado por el Traidor Carmesí acompañaba a una escuadra de legionarios negros y a unos engendros repugnantes. El tanque refrenó su marcha y comenzó a ametralladar a los traidores.

-"Aquí Escudofirme, manada Ulverstad, confirmado contacto con el enemigo. Permanezcan en transporte y den fuego de cobertura." -"Manada Svarthale, permanezcan sobre el objetivo. Escudofirme cierro".

 Ante el fuego enemigo, los traidores desembarcaron de su transporte y tomaron posiciones sobre la ruina mientras que las bestias intentaban ponerse a cubierto. En este momento vacilé, solo fue un momento, pero eso le costó la vida a mis hombres, algo que no olvidaré nunca. Quizás sintiendo que no tenía opción contra nuestro asalto, el Traidor abandonó a sus hombres en la ruina, giró su montura y se lanzó contra la manada Svarthale que estaba concentrada en la desactivación de los objetivos. Debíamos habernos lanzado a por el traidor en un instante, y no dejar que este fuera a por nuestras tropas desprotegidas.

“¡Svarthale!¡Fuego defensivo ahora!¡El enemigo os ha localizado y carga hacia vosotros desde la estribación del río!”

 Tuve que ver con consternación cómo el Traidor cortaba a mis hombres en pedazos. Nadie podía aguantar su empuje ni la fuerza de su hacha y pronto su armadura y el suelo quedaron cubiertos con la sangre de mis hombres. Nunca olvidaré su maldita cara de satisfacción y odio mientras acababa con mis preciados hombres.

 Presas de la ira, saltamos del tanque y cargamos contra los legionarios que se apostaban en nuestro flanco. Tras un rápido y brutal combate, fueron exterminados hasta el último hombre, aunque cortaron las sagas de Olegsson y de Borgsson. Su campeón, queriendo ganar el favor de sus odiosos Dioses se atrevió a desafiarme pero no era rival para mi y cayó bajo el golpe del mjolnir con la cabeza aplastada. Los Druidpeek, exultantes por la victoria, aullaron y desafiaron al enemigo “¡Aquí estamos! ¡Venid por nosotros!” gritaban.

Tuve que refrenarlos, ya que la batalla distaba mucho aún de estar ganada. No obstante, su deseo no tardó mucho complacerse, ya que el Señor de Khorne pensaba que seríamos presa fácil y cargaba hacia nosotros.
 No estaba dispuesto a perder más hombres, así que me planté firme en el suelo y lo desafie a un combate singular. Con una sonrisa de desdén y sin responder ni media palabra, el maldito se avalanzó hacia mi. Era un rival formidable, movía su hacha con una fuerza y rapidez inusitada, posiblemente algún ser demoníaco le ayudaba desde el interior. A duras penas pude interponer mi Escudo Tormenta y salir bien parado del aluvión de tajos que me lanzó mientras esperaba mi oportunidad de contraatacar. Esta no tardó en presentarse cuando el demonio que habitaba el arma decidió volverse contra su portador. En un latido de corazón golpee en el costado al traidor desmontándolo de su bestia inmunda y mientras trataba de reponerse del impacto, le destrocé el craneo de otro martillazo.

 Un tremendo aullido resonó en el valle cuando el enemigo cayó. Los restos del ejército rival decidieron retirarse y recuperamos la posición, pero perdimos 12 buenos hermanos. Ahora estarán junto a Russ en su Gran Salón ¡Los recodaremos!






2 comentarios:

  1. Ay, si hubieras escrito más durante la campaña...
    Gran entrada. Para una vez que ganas, la ocasión la merecía!

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  2. ¡¡Enhorabuena por la entrada!!
    Aunque pone que la ha publicado Luis, entiendo por el comentario de Aurelio que la ha escrito Perico. Gran relato de cualquier forma.

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